martes, agosto 09, 2005

No soy el único, ya empieza

Cuando iba a Madrid y veía aquellos bloques de pisos, que recuerdan a las granjas de personas de la peli Matrix. Además veía los atascos y la vida en la calle. Yo pensaba, si tuviera que vivir aquí, para tardar dos horas en ir a trabajar, sí dos horas, que conozco a mucha gente que tarda eso. Y otras dos en volver. ¿Cuándo iba yo a vivir? Me decía a mi mismo y al mundo, que si eso llegaba, me iba a la montaña a hacerme leñador.
Lo tenía claro, me compraba una camisa roja a cuadros, como la de mi amigo Fernando, y una motosierra. Mejor pensado, al precio que esta el petroleo, y al que se va a poner, un hacha de toda la vida, de esas de los enanos de las pelis esas de las sortijas.
Lo que tenía claro que para mi no merecía la pena vivir así.
Pues resulta que me cuenta mi primo, que un conocido mío que tiene una empresa de informática, reparación hardware en concreto, va a dar un cambio en su vida. Eso que llaman un golpe de timón, un cambio de rumbo, un renacer, en fin, algo como lo que hizo el señor Leonard.
El cambio es, agárrense a los asientos, abróchense los cinturones, las mujeres y los niños primero, hombre al agua,.... va a dejar su empresa a la multinacional de la marca que reparan, posiblemente sin compensación económica, ya que el negocio no iba muy bien recientemente.
Y... los débiles de corazón que dejen de leer aquí, se va al campo a dedicarse a la agricultura. Sí eso de plantar cosas que crecen y después se arrancan de la tierra para que finalmente lleguen a las tiendas y las mesas. Va a dar un salto de unos 70.000 años en la profesión. Y seguro que no se ha ido a la montaña a ser leñador, por que aquí no hay bosques.
Lo importante es que la gente cada vez se plantea más eso, eso de vivir un poco, de que en la vida haya más cosas que el trabajo. No soy yo el más adecuado para hablar de esto de vivir y trabajar menos, pero bueno ya he dado algunos pasos.
Esto no es que sea como... es que es otra forma de decir lo mismo, es...
La vuelta a los orígenes, la vuelta al campo.
La vuelta a que el destino de un hombre lo guíe el mismo... y las sequías, las langostas y las heladas, pero no un mamón cualquiera.
La vuelta a los días en que los hombres eran hombres y se plantaban sus propios pepinos.